Frida

Frida
Viva la vida

viernes, 24 de abril de 2015

sensaciones



Esa sensación cuando tu interior se hace pequeñita y sientes que el cuerpo te queda grande es cuando alguien lo rompe, hay muchas metáforas acerca del corazón roto, pero la realidad es que no es solo algo interior. Algo dentro tuyo se quiebra, parece que tienes espinas en la garganta que te sofocan te sacan el aire y parece que quieren que no digas una palabra que no respires que intentes si quiera pensar. El mundo parece desaparecer tu vista se pone borrosa hasta que… si, las lágrimas, esas torpes gotas que reflejan el dolor como si fuesen lluvia, porque en el interior hay una tormenta de esas que no pasan rápido.

miércoles, 22 de abril de 2015

Cronica de la locura



Mis pensamientos asustan, más aun asusta al cerrar los ojos, cuando sabes que posiblemente nada es real pero ¿Quién tiene la certeza de que eso no nos hará daño? A ciencia cierto no lo sabemos. Al dormir nos sumergimos en un mundo que es enteramente nuestro, y es por eso que a veces no conocemos nuestras propias intenciones. Incluso nuestros más profundos deseos escapan de nosotros en ese instante.
Siempre hay un momento, un sueño, un respiro que nos marcan por el resto de nuestras vidas, en este caso mi momento era ese… ese que nunca se iba y me atormentaba en cualquier momento del día, en cada sueño cada noche y aún más en cada suspiro.
Tal vez un tiempo mantuve a mi mente alejada de todo eso la entretuve pero no hubo caso, porque justo cuando parece que ese recuerdo se ha ido, es cuando vuelve para atormentarte y decirte “aquí estoy” casi con tono burlón más fuerte que nunca. Me siento correr por un largo pasillo ese que sé que me lleva a la locura, donde solo hay una puerta al final y sabes cuál es. Tropiezo y me encuentro de rodillas al piso riendo como una loca, porque tal vez ese era mi yo en ese momento, recordando cómo comenzó todo, y el recuerdo vino a mí como si lo hubiese llamado con mi último aliento…
Creo que soy una de las pocas personas que va y se sienta en una plaza sola en un banco y pretende que la vida está bien cuando no lo está. De pronto los pájaros dejan de cantar y los niños dejan de reír. Solo escuchas el agua fluir, en un punto, tal vez para encontrar paz, pero esos intentos solo son débiles y a pesar de que opones resistencia ahí está de nuevo mucho más intenso y vivo como en el primer instante. Tal vez es el gordito rubio o la chica con las trenzas raras que te transportan a un determinado tiempo y lugar y sabes que no volverás atrás con ese recuerdo. El cielo era algo fugaz en su encuentro con el horizonte en un rojo vivo ardiente de pasión y de vida, la tarde en la plaza siempre me subía el ánimo. Comencé a reír frenéticamente, sintiéndome fuera de mi misma, todo fue tan rápido que no había ni tiempo para respirar, escucho los gritos acusadores y los sollozos agonizantes de aquella niña cayéndose desde el tobogán, un tobogán que la llevo a otra vida, sintiendo como el olor de esa sangre se convertía en mi oxígeno en los días oscuros… corrí tan fuerte como pude y jamás volví a esa plaza, nadie jamás lo supo, pero ese día nació algo en mí, algo que no se ira fácilmente que me atormenta día a día. Fui yo, pero ni siquiera sé cómo sucedió.
Ni si quiera en mis sueños estoy a salvo de esto, la locura invade cada poro de mi piel. Ese pasillo se hace tan largo y tedioso de cruzar que necesito otro escape de manera más rápida. Y ahí es cuando mi mente atormentada se luce aún más, siento una punzada en mi pecho y luego el alivio, me dejo ir escapando con cada gota mis frustraciones y todo de mí. Caigo al suelo intentando respirar por última vez, y escucho una hermosa canción, siento mi alma volar y por fin estoy a salvo después de tanto tiempo…

domingo, 12 de abril de 2015

Tormenta

Hoy el cielo está de fiesta, pero siempre la forma de demostrarlo es con lluvia, con inmensas tormentas que reflejan el dolor de los vivos, ese dolor que queda latente en los corazones de todos, que nunca se va del todo ese que siempre está presente. La muerte es una de esas cosas de las que nadie tiene explicación de aquello que nadie puede salvarse en cierto punto, porque es parte de la vida es algo natural que nos encuentra a todos de distinta manera y nos hace darnos cuenta de que hoy estamos y tal vez mañana no... hoy dí un paseo por el cementerio donde me dirigí a un triste encuentro con la lluvia, literalmente el cielo se partia en relámpagos. Fué tan triste, porque es un lugar sagrado donde los vivos detenemos el tiempo, dejamos de pensar y nos damos cuenta de cuan triste es que la vida, el alma de una persona tan llena de vida de cariño este ahora dentro de un cajón de madera una madera que ni siquiera es digna de nosotros. Pero la vida es tan cruel y el destino tan incierto. Por un momento te recordé en los tiempos de la primaria, en la academia de baile donde nos deleitabas con tu inmenso talento, parte de la secundaria y hasta hace unos días cuando te ví por última vez, fuímos cercanos alguna vez pero no tanto aún así, fuí tan ajena a situaciones por las que pasaste hasta el final que sentí que estaba excluida de toda esta situación yo allá lejos, y todos en otro lado llorando tu muerte, a veces el corazón aprende a llorar sin derramar lágrimas y sin hacer notar ese dolor que llevamos dentro, pero está, siempre está, más aún viendo sufrir a la gente realmente cercana. Tuve el placer de decir que te conocí y que mis padres eran cercanos a tí, pero no soy alguien extrovertido en fín cosas que no vienen al caso. Sé que los ángeles están deleitados con tu presencia allá arriba y que ahora estas en un lugar mejor. Mi manera de decir adiós es otra, es esta, es la que hice a la tarde, también. Fuí hasta tu ultima morada prendí una vela por tí y te dediqué unas palabras mentalmente. Ahí en ese ambiente con las flores ya secas y las velas en sus últimas condiciones ahí te dije adiós hasta siempre CARLOS.