Frida

Frida
Viva la vida

jueves, 18 de febrero de 2016

Love hurts.



El amor es algo que te consume, o estas muy feliz o estas muy triste, en este caso la tristeza arraigaba todas mis capacidades eclipsándolo todo. Sentía que todo pensamiento me llevaba a él y todo aquello que había pasado.
Camine senderos invisibles cada vez que él me miraba, el mundo no parecía un lugar oscuro y sombrío como siempre lo había visto, lo raro de los arcoíris es que llegan luego de una tormenta, pero a su vez no son eternos, los bellos colores surcan el cielo con la intención de hacernos creer que todo está bien y que va a ser así al menos por un tiempo. Pero todos sabemos que la felicidad es una de las metáforas más engañosas que la vida nos presenta en el camino.
No sé en qué momento pasó todo, recuerdo cada segundo a su lado, sólo no logro distinguir el momento exacto en que mi arcoíris se fue para nunca regresar.
Noche tras noche se había convertido en un ambiente oscuro llenando el aire de infinita hostilidad hacia mí, aquella tan lejana noche parece perdida entre algún lugar de mi memoria, tan ausente y presente a la vez que casi podía reproducir con exactitud la intensidad del primer golpe que había azotado mi mejilla, ardía cual fuego vivo, quemaba, pero a la vez no sabía distinguir cual era el peor dolor, el físico o el de la humillación. Más y más golpes siguieron al primero haciéndome ver que así pasaría el resto de mi vida, que no había escape porque realmente no lo había. Dormíamos en la misma cama, las sabanas siempre estaban manchadas de sangre que se escapaba de lo más profundo de mí ser,  llegué al punto sin retorno donde cada día era una pesadilla, cerraba los ojos y fingía que todo estaba bien, respiraba con la poca fuerza vital que todavía creía tener dentro mío. Golpe tras golpe sólo hacía que me sienta menos humana y casi ya dudaba de mi existencia.  Vivía con miedo de dar un pequeño paso en falso y desatar la catástrofe, la enorme tormenta que sólo parecía estar arriba mío. Caminaba despacio, cuidaba mi andar, no lo miraba a los ojos. Dejaba que me golpee pensando que me lo merecía, que todo era mi culpa. Cada vez dolía menos y pensé que el fin estaba cerca. Pero no lo estaba, no para mí. Un día de lluvia junté todas mis partes que él había deshecho y me fui. Ese día me di cuenta que para cada noche oscura existe un día esperando para brillar.
A veces no puedes decirles a otros como te sientes, no porque no confíes, o temes que algo malo suceda, sino porque no encuentras las palabras que describan tu estado de ánimo. Sin embargo sabes que todo ha terminado cuando prefieres mil veces los recuerdos sobre el presente. Sabes que todo termina cuando cada herida se vuelve una cicatriz, dejando en tu piel marcas que sólo sirven para contar anécdotas de historias pasadas que sólo son eso, historias.
Las rupturas son así, sientes que el mundo se derrumba en mil pedazos, es una metáfora trillada pero muchas veces cierta, algo en tu interior se rompe y la torre conformada por recuerdos y momentos especiales comienza a apagarse hasta que se desvanece.

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