Dime hermosa paloma blanca, ¿Por qué te empeñas en dejar el paraiso?
Dime pequeña cuál es la iniciativa de tu desición, no quiero que nadie te lastime, y a donde vas eso sucede siempre. Dime el ¿Por qué de tus alegrías? y el por qué renuncias a ellas. Dime todo lo que tengas que decir antes que llegue el día. Te irás lejos y el viaje será largo. Mucho más largo que todos lo cielos que has volado. Dime por qué no quieres mirar atrás. Entenderé tus dudas y te tomaré la mano. Entenderé tu vida y por qué de todo lo que has pensado. La vida es un paraíso y en cambio tú eliges el cálido infierno, tal vez tengas inviernos cálidos pero te aseguro que los veranos no serán agradables. A dónde vas abundan las tristezas y las soledades, y todo eso no va contigo.
Entonces sigo, dime tan sólo dime y deja todo salir, cuentáme tu vida o sólo dime una palabra, pero haz algo y no dejes que todo el calor de tu cuerpo se evapore con el aire. No dejes que tus sonrisas se apaguen y mucho menos tu corazón. Ahora sí te digo paloma, porque en un instante tus alas crecieron. Son tan blancas y suaves, como tú Paloma, dime tan sólo dime algo y no dejes que me muera contigo. Envíame postales de tus infiernos, muestrame como es la vida después de la muerte, cuentáme cómo es morir, aunque no hace falta que me lo expliques, morí contigo aquel día. Yo fui tus alas yo te acogí en este frágil mundo, pero ahora te has ido, y lo que yo creía el paraíso, sin tí ya no lo es. Me aferro a tu recuerdo. A tu sonrisa, y ya no pienso que te fuiste a un mal lugar, porque tú le das luz a cualquier lugar, incluso al infierno. Y sólo allí comprendí que la vida era un paraíso contigo a mi lado, y que tu estas mejor que yo, porque el paraíso eras tú y no la vida, y al irte te lo llevaste contigo y yo soy el que está en el infierno, en aquel donde ya no puedo oír tu risa ni ver toda esa luz con la que me acogías. Ya no, ya te fuíste, disfruta tu paraíso.