Y ahí estábamos, estrellas, luces de los autos, ruidos de
los campos y nosotros. Lamentando un amor que no tenía principio ni final. Lágrimas,
nudos en la garganta, espinas en el corazón de por medio. No sé si había dudas
en mi mete o si solo el orgullo no dejaba que lo abrace y que le diga todo va a
estar bien, porque nuestro amor es más grande que el cielo mismo porque no
llegas a imaginar cuantas estrellas contaría solo para verte sonreír. Ese color
verde encendido de su motocicleta me recordaba a tantos pastos que nos habían
visto reír a carcajadas, que nos habían visto hacer el amor. Pero el verde solo
significaba una cosa en ese momento, en el fondo sé que él quería irse y
dejarme ahí sola con mis lamentos, con mis pedidos de tiempo en la garganta y
con la dignidad en los talones. Sabía que había sido muy egoísta e incluso
insuficiente en muchos casos, pero ni siquiera podía mirarlo a los ojos, solo
me podía concentrar en ver como mis lágrimas caían al piso. En el silencio de
mi mente la noche parecía eterna, parecía fría, parecía sobria. Me faltaban
esos brazos que tantas veces me habían abrazado, esos hombros que siempre me
decían aquí estoy ven y llora si así lo deseas.
Pero la noche de los amantes parece eterna cuando no pueden
resolver intentar volver a estar juntos, cuando los misterios de la vida están
al alcance de sus manos. Siempre leí del amor en los libros, y siempre confundí
el amor, digo nunca supe sentir lo que era estar enamorado, desde pequeña
soñaba con encontrar un príncipe azul, el sueño trillado de toda niña, pero me
había empeñado en que así sucediera que besaba a cualquier sapo en la búsqueda
de mi príncipe, camine caminos equivocados, surque mares profundos llenos de
dolor, naufrague una y mil veces en la búsqueda de un amor verdadero pero comprendí
que enamorarse es fácil. Sentir esa atracción fuerte de saber que harías
cualquier cosa por esa persona, lo que cuesta es seguir enamorado, hacer que el
sentimiento valga y tenga sentido. Eso cuesta.
De algo estaba segura, lo amaba con cada fibra de mi ser, así
dudaba a ciencia cierta que así era estar enamorado.
La noche parecía teñida de tristeza, como cuando la luna no
quiere salir a deleitarnos con su presencia. La penumbra solo parecía ocultar
nuestras miradas de nosotros mismos, tal vez en el débil intento de no dejar
que nos sigamos haciendo daño, pero sin tan solo dejara mi cobardía de lado sería
más fácil. El tiempo pareció congelarse ahí mientras mi mente volaba hacia el
mas allá con la esperanza de desaparecer en el universo dejando que a nuestro
amor lo lleve el viento. Como si de solo querer pudiera olvidarlo, ojala fuese así
de fácil. Pero si así fuese las relaciones serían más fáciles, todos amaríamos a
todos, habría más días dedicados al amor, más hijos en camino y más casamientos
y más divorcios. Pero no. Solo sé que lo amo. Y por más que luche contra eso es
imposible. Así recibimos el tan esperado catorce de febrero, con lágrimas y
corazones destrozados, pues así es el amor, tan lindo y doloroso a la vez. Y pues
sí, me he dedicado tanto a buscar y a escribir del amor que he llegado a la conclusión
de que para incluso hablar de él, hay que estar enamorado o tener el corazón roto,
solo que a veces no sé cuál de las dos opciones es peor.
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